
El proyecto parte de la demolición de una vivienda entre medianeras, obteniendo una parcela de contorno irregular.
El deseo de los clientes era tener un espacio de día en planta baja, con espacios abiertos y sensación de amplitud, muy luminoso y volcado al patio interior.
Se busca una estética estilo nórdico, con fachada de láminas blancas, y contraste con la carpintería y cubierta.






Se propone un juego de volúmenes que rompe la alineación de fachada, dando protagonismo a la entrada. El revestimiento se realiza con piezas alargadas blancas, que potencian la horizontalidad. Se busca un contraste de colores, con la fachada totalmente blanca, y el zócalo, ventanas y cubierta oscuras.
El interior se configura con un gran espacio de cocina comedor y salón, volcados al patio interior, donde aparece una zona de porche y piscina.
El interior busca la coherencia con el exterior, con unos acabados con viguetas de madera y tonos claros en todas las estancias.